Llego el día tan esperado, Argentina debuto en el Mundial de Sudáfrica y lo viví junto a mi señora, mis hijos, mis perras, un plato de churros rellenos con dulce de leche y dos poderosas tazas de chocolate calentito, calentito. Hace tiempo que una competencia mundial no me entusiasmaba tanto, desde aquel frustrado 1994 no organizaba ni planeaba con tanta alegría y ansiedad el lugar, la compañía y la forma para ver los partidos de la Selección.
Fue el primero de una serie de siete partidos a disputar, había que ganar y se gano, con los miedos lógicos que se sienten al iniciar un desafio de estas características pero con la confianza que brinda saber que se cuenta con excelentes hombres, con las sombras que por momentos asomaron sobre el estadio e intentaron instalarse pero que, rápidamente, fueron dispersadas por una firme determinación de no dejarse arrebatar el triunfo.
Ahora se escucharan los análisis de los grandes pensadores y filósofos del futbol, que con el resultado puesto opinaran de una forma o de otra, los que apoyaban ahora se sentirán satisfechos y lo que no, dejaran establecidas las diferencias, los graves errores conceptuales que observan y los temores que sienten y seguirán agazapados a la espera del primer traspié para, en ese momento, saltar sobre su victima para destrozarla como hicieron en otras tantas oportunidades, tantas veces lo mataron, sin embargo sigue vivo y ahora frente a la Selección Nacional Argentina.
Ni los unos, ni los otros, los que apoyan incondicionalmente caen en el error de justificarlo todo y a los otros los ciega una necesidad de protagonismo, una envidia contenida y mucho odio que, en la mayoría de los casos, esta provocado y promovido por intereses no muy santos.
Como comente en varias oportunidades, Diego me dio enormes alegrías y nunca me pidió nada a cambio, me hizo sentir importante, protagonista, vencedor, me hizo llorar y reír, me despertó admiración y respeto y ahora, aunque no me lo pida ni lo necesite, estoy con el dándole mi apoyo, porque si bien quiero ver a una Argentina Campeón, creo que, íntimamente, lo que deseo fervorosamente es volver a ver a Diego levantar la Copa del Mundo.
Ya paso Nigeria y debo decirte, amigo mió, que tú ………. ya la tienes adentro.
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